martes, 10 de enero de 2012

DOMINE EL ARTE DE LA OPORTUNIDAD


Nunca demuestre tener prisa, ya que el apuro delata una falta de control sobre el tiempo y sobre su propio accionar. Muéstrese siempre paciente, como si supiera que, con el tiempo, todos sus deseos se cumplirán. Conviértase en especialista en el arte de detectar  el momento propicio para cada cosa. Descubra el espíritu de los tiempos actuales y las tendencia s que lo llevarán al poder. Aprenda a mantenerse a la expectativa cuando el momento propicio no haya llegado, y a golpear con fuerza cuando la oportunidad le sea propicia.


 
El tiempo es un concepto artificial que hemos creado para hacer más tolerables y humanos la infinita eternidad y el universo. Dado que nosotros  hemos credo el concepto del tiempo, también podemos, en cierta medida, modelarlo y jugar con él. El tiempo de in niño es largo y lento, con grades espacios; el tiempo de un adulto pasa con aterradora rapidez. Por lo tanto, el tiempo depende de la percepción, la cual, según sabemos, puede alterase a voluntad. Esto es lo primero que debemos comprender en relación con el arte de controlar el tiempo y determinar el momento oportuno. Si el torbellino interior causado por nuestras emociones ase que el tiempo parezca pasar más deprisa, se puede deducir que, una vez que controlemos nuestras respuestas emocionales a los hechos, el tiempo transcurrirá con mayor lentitud. Esta forma alterada de manejar las cosas tiende a largar nuestra percepción del futuro, a  abrir posibilidades que el temor y la ira nos cierran, y nos permite ejercer la paciencia, principal requisito para determinar el momento oportuno.

 
Hay tres tipos de tiempo que es preciso aprender a manejar; cada uno presenta sus propios problemas, que pueden resolverse con práctica y habilidad. En primer lugar tenemos el largo plazo: el tiempo que se estira  a través de los años y que debemos manejar con paciencia y dirigir con cuidado. Nuestro manejo del largo plazo debe ser el más defensivo: es el arte de no reaccionar de manera impulsiva, de esperar la oportunidad.


A continuación tenemos el tiempo forzado: el tiempo a corto plazo que podemos manipular como un arma agresiva, para modificar la planificación temporal de nuestros competidores. Y por último tenemos el tiempo final, el momento en que un plan debe ejecutarse  con rapidez y violencia. Hemos esperado, encontrarnos el momento propicio y no debemos titubear.


“El halcón. Paciente y silenciosamente describe círculos de en el cielo, viendo todo desde lo alto con sus potentes ojos. Quienes están abajo no toman conciencia de que los están siguiendo. De pronto cuando llega el momento oportuno, el halcón se lanza hacia abajo con una velocidad que impide cualquier tipo de defensa. Antes de que su presa sepa que sucede, las garras del ave la han levantado hacia las alturas”.

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