Nunca
demuestre tener prisa, ya que el apuro delata una falta de control sobre el
tiempo y sobre su propio accionar. Muéstrese siempre paciente, como si supiera
que, con el tiempo, todos sus deseos se cumplirán. Conviértase en especialista
en el arte de detectar el momento
propicio para cada cosa. Descubra el espíritu de los tiempos actuales y las
tendencia s que lo llevarán al poder. Aprenda a mantenerse a la expectativa
cuando el momento propicio no haya llegado, y a golpear con fuerza cuando la
oportunidad le sea propicia.
El
tiempo es un concepto artificial que hemos creado para hacer más tolerables y
humanos la infinita eternidad y el universo. Dado que nosotros hemos credo el concepto del tiempo, también
podemos, en cierta medida, modelarlo y jugar con él. El tiempo de in niño es
largo y lento, con grades espacios; el tiempo de un adulto pasa con aterradora
rapidez. Por lo tanto, el tiempo depende de la percepción, la cual, según
sabemos, puede alterase a voluntad. Esto es lo primero que debemos comprender
en relación con el arte de controlar el tiempo y determinar el momento
oportuno. Si el torbellino interior causado por nuestras emociones ase que el
tiempo parezca pasar más deprisa, se puede deducir que, una vez que controlemos
nuestras respuestas emocionales a los hechos, el tiempo transcurrirá con mayor
lentitud. Esta forma alterada de manejar las cosas tiende a largar nuestra
percepción del futuro, a abrir
posibilidades que el temor y la ira nos cierran, y nos permite ejercer la
paciencia, principal requisito para determinar el momento oportuno.
Hay
tres tipos de tiempo que es preciso aprender a manejar; cada uno presenta sus
propios problemas, que pueden resolverse con práctica y habilidad. En primer
lugar tenemos el largo plazo: el tiempo que se estira a través de los años y que debemos manejar
con paciencia y dirigir con cuidado. Nuestro manejo del largo plazo debe ser el
más defensivo: es el arte de no reaccionar de manera impulsiva, de esperar la
oportunidad.
A
continuación tenemos el tiempo forzado: el tiempo a corto plazo que podemos
manipular como un arma agresiva, para modificar la planificación temporal de
nuestros competidores. Y por último tenemos el tiempo final, el momento en que
un plan debe ejecutarse con rapidez y
violencia. Hemos esperado, encontrarnos el momento propicio y no debemos
titubear.
“El
halcón. Paciente y silenciosamente describe círculos de en el cielo, viendo
todo desde lo alto con sus potentes ojos. Quienes están abajo no toman conciencia
de que los están siguiendo. De pronto cuando llega el momento oportuno, el
halcón se lanza hacia abajo con una velocidad que impide cualquier tipo de
defensa. Antes de que su presa sepa que sucede, las garras del ave la han
levantado hacia las alturas”.
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